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lunes, 21 de enero de 2013

Otro embrujo

Cae la lluvia sobre la ventana a altas horas de la noche. Cae en un día que no ha sido muy productivo para mi vida, aunque sí para mi alma. He malgastado todo el día en un recreo personal, ya fuese jugando a videojuegos un tanto absurdos del Facebook, escuchando música, o chateando con chicas desconocidas.

Y, de entre todas, ahí estaba ella, con su pelo negro azabache, cayendo en melena sobre su majestuoso cuerpo, con una sonrisa digna de la raza de humanos que más se acercó a ser una raza de dioses, aunque ya extinguida, y unos ojos que calaron hasta lo más profundo de mi alma.

Esos ojos... Una ternura, una inocencia, una magia...
Pero también reflejaban sufrimiento oculto en su ser. Si los ojos son el reflejo del alma, ella tiene una pura y limpia, una que no se encuentra por casualidad, una que no se encuentra en años, ni entre la población normal.

¿De dónde vienes? ¿La materia de mis sueños se ha hecho física, acaso? ¿Por qué rompes todos los esquemas de mi vida?

Te contaré un secreto. Ya no estaba enamorado de ninguna mujer, ya no tenía ninguna atadura sentimental hacia nadie. Había empezado a perder mis sentimientos, había empezado a perder mi parte romántica, ésa que tanto me caracteriza. Había empezado a perderme a mí mismo. Y, de pronto, llegas tú. Así, porque sí, revolucionando mi vida en tan sólo unos minutos.


Ay, de mí, ¡cuán idiota puedo llegar a ser!
¿Qué fue de aquella chica que vi efímeramente en un bar, hará un mes o dos? Sueño la creí, y sueño resultó ser.

Me gustas, morena mía, y, aunque me gustaría lanzarme de cabeza y arriesgarme contigo, como tantas veces he hecho, ya he aprendido, tras haber tropezado unas siete veces con la misma piedra.

Siento vacío en mi interior. No puedo amarte, no puedo darte más sentimientos de los que me gustaría darte. ¿Por qué iba a hacerlo?, te preguntarás, si apenas hemos hablado unos minutos. Yo solía ser así, yo solía quedarme prendado enseguida de cualquier mujer con la que sintiera un vínculo especial. Pero ya no.
Ojo, no digo enamorarme, pero sí tener fuertes sentimientos hacia ti.

¿Qué tengo ahora?
La certeza de que eres una chica muy especial. La certeza de que, con el tiempo, quizá, podría acabar enamorándome de ti. Y lo mismo te podría pasar a ti respecto a mí, aunque tengas pareja.

Tal vez sea eso lo que me impide sentir más por ti. No lo sé. Sólo sé que eres la única mujer que puede asociar mi cara a este foro. Y, créeme, algún día eso valdrá algo.

Y yo no soy el que le dice palabras bonitas a cualquier mujer que ve. Puedo decirles que son guapas, o exagerar y decir que son preciosas. Pero a ninguna le digo que tiene unos ojazos preciosos, como tú los tienes; ni a ninguna le pido que se fugue conmigo.


Ojalá sintieses tú algo por mí, ya fuera ahora, o en un tiempo. Soy caprichoso por querer apartarte de tu novio, lo sé, pero algo dentro de mí me dice que puedo ayudarte a sonreír, que puedo ayudarte a hacerte feliz, porque yo me veo reflejado en ti cuando más perdido anduve en esta vida, y por ello empatizo contigo.


Flamenquita mía, no sé si leerás algún día estas palabras, pero desde ahora quiero decirte que me has cautivado, que me siento atraído por ti, pero que no puedo permitirme amarte, ni puedo permitirme llorar por ti.

Lo siento si en un tiempo les escribo a otras mujeres, si amo a otras mujeres, si me voy con otras mujeres, pero no puedo esperar a alguien que ni se preocupa por mí, a menos que, con el tiempo, empieces a hacerlo. ¿Quién sabe?

Soy un romántico, pero ya tengo mi orgullo, y mi visión de la vida más definida.
Qué felices seríamos un alma tan pura como la tuya y un alma tan cariñosa como la mía.

¿O debería decir: qué felices podríamos haber sido...?

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